Según un nuevo estudio, los estudiantes que se matriculan en la universidad ala edad de 12 ó 14 años, no encajan en el perfil de "bichos raros", huraños o amargados, que a veces alguna gente les atribuye, sino que, lejos de ser unos inadaptados sociales, esa experiencia universitaria tan precoz les enriquece en el plano personal, y de manera duradera.
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