lunes, 31 de enero de 2011

Cuando el cerebro tiene un sexo diferente al del propio cuerpo


Alejandro Iglesias entró a la casa de Gran Hermano con un secreto y un objetivo estrechamente emparentados. Su secreto -confesado ante una audiencia de no menos de un millón de personas que siguen ese reality show - es que nació mujer y que padece disforia de género. Dicho en lenguaje llano: se siente varón.

Su objetivo en Gran Hermano es ganar, para así destinar el dinero del premio a pagar una intervención de reasignación de sexo, que al convertir sus genitales femeninos en masculinos complete el camino iniciado a través de otros tratamientos, como el uso de hormonas que estimulan la aparición de caracteres sexuales secundarios masculinos (como la barba) y frenan el desarrollo de los femeninos (como las mamas).

"Personas transexuales que nacen con un cuerpo que no coincide con la psicología de cómo se sienten." Así definió Alejandro ante las cámaras lo que sienten las personas con disforia de género. Y recientes estudios realizados por expertos españoles en psicobiología le dan la razón.

"Nuestros hallazgos parecen indicar que las personas transexuales presentan, antes del tratamiento [hormonal, quirúrgico], unas modificaciones cerebrales en la dirección del sexo (género) al que quieren pertenecen", dijo a LA NACION el doctor Antonio Guillamón, investigador del Grupo de Diferenciación Sexual del Cerebro, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, España.

A mitad de camino
Desde hace años se sabe que los cerebros masculinos y femeninos no son exactamente iguales, presentan lo que se conoce como dimorfismos. "Los dimorfismos son rasgos o características que se pueden presentar de distinta manera en los distintos individuos de una especie.

Existen dimorfismos de simetría, por ejemplo, que se observan entre diestros y zurdos", explicó el doctor Marcelo Cetkovich, jefe del Departamento de Psiquiatría del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco).

"Los dimorfismos sexuales son claros: los caracteres sexuales son diferentes en hombres y mujeres -agregó-. Se sabe que existen dimorfismos sexuales en el sistema nervioso central, por ejemplo en la regulación hormonal del hipotálamo, que controla el funcionamiento sexual."

Pero lo que halló el equipo de investigadores dirigidos por el doctor Guillamón -hallazgos que se publicarán en la próxima edición de la revista Journal of Psychiatric Research- es que existen dimorfismos entre los cerebros de varones y mujeres en ciertas estructuras de la sustancia blanca, y que los cerebros de las personas transexuales se encuentran a mitad de camino.

Guillamón llegó a esa conclusión tras comparar a través de estudios de resonancia magnética los cerebros de personas transexuales de mujer a varón y transexuales de varón a mujer (ninguna de los cuales había recibido tratamiento hormonal masculinizante o desmasculinizante, respectivamente), y de varones y mujeres sin problemas de identidad de género.

"En una serie de fascículos cerebrales que están implicados en conductas cognitivas y emocionales [ver ilustración], se encontró que, antes del tratamiento hormonal, las personas transexuales de mujer a hombre tienen masculinizados esos fascículos mientras que los transexuales de hombre a mujer los presentan desmasculinizados", explicó Guillamón.

"Ninguna de las estructuras cerebrales mencionadas en el estudio pareciera estar directamente vinculada con la identidad sexual, pero sí están vinculadas con la imagen corporal", comentó el doctor Cetkovich.

Ya en 1995, un equipo de investigadores liderado por Jiang-Ning Zhou halló en autopsias de personas transexuales de varón a mujer que una región del hipotálamo presentaba dimorfismos en relación con esa misma región en varones no transexuales.

Sin embargo, sus estudios no fueron mucho más allá, ya que la región es demasiada pequeña como para ser estudiada en vida a través de métodos de neuroimágenes. Además, los estudios habían sido realizados después de que las personas hubieran sido tratadas con hormonas desmasculinizantes.

El estudio español sugiere un nuevo comienzo para tratar de comprender las raíces biológicas de la disforia de género. "Creo que son datos para tomar con cautela, porque deben ser replicados por otros investigadores -opinó Cetkovich-.

Pero lo destacable es que es un avance importante para tratar de comprender la disforia de género, un fenómeno complejo con determinantes neurobiológicos, a la vez que ambientales y conductuales."

"De momento, son unos hallazgos iniciales que sirven para conocer mejor a las personas transexuales, pero que todavía no pueden ser aplicados a la clínica. Queda mucho por aclarar", concluyó Guillamón.

Sebastian A Ríos
LA NACION

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