lunes, 12 de marzo de 2007

La fantasía de ganar da tanto placer como ganar

activa los mismos circuitos cerebrales

NUEVA YORK (The New York Times).-
Una encuesta realizada en los Estados Unidos en 2002 demostró que las loterías son, lejos, la forma más popular de apostar.
La pregunta es por qué.
Las autoridades de la lotería Mega Millions, en esta ciudad, afirman que la posibilidad de ganar el próximo pozo acumulado, unos 12 millones de dólares, es de 1 en 175.711.536; entonces, cualquiera con un año de matemática en el colegio secundario puede darse cuenta de lo tonto que es apostar.
En general, sostienen los expertos, las loterías les devuelven a los jugadores alrededor de 1,50 pesos (unos 50 centavos de dólar). Y hay muchas personas que multiplican su insensatez comprando cientos de números al mismo tiempo.


Los expertos en adicciones y algunos economistas luchan por poder explicar este comportamiento, al que describen como una fiebre irracional o, en los peores casos, una adicción patológica.
Pero los investigadores no pierden demasiado tiempo en la cola del quiosco de la esquina.


Lloyd Cohen, profesor de derecho en la Universidad George Mason, autor del análisis económico Loterías, libertad y legislaturas, apostador y amante del juego de cartas, sostiene que los números de la lotería no son una inversión sino una compra desechable, lo que cambia radicalmente es la ecuación.
Como una revista sobre estilos de vida, los números de la lotería transforman las fantasías de quienes los compran: una bodega, una piscina o un viaje al Caribe.
La diferencia está en lo que cada número puede ofrecer.

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