domingo, 29 de junio de 2008

La ciencia trata de descifrar ahora los secretos de las mentiras


RESCATAN ALGUNOS DE SUS "VALORES"
.
Con técnicas de resonancia magnética demostraron que al mentir se activa una zona del cerebro relacionada con el razonamiento y las "funciones superiores", lo que supone un gran esfuerzo creativo
.
Para mentir, dicen, se precisa inteligencia.
.
los niños se les enseña que mentir es malo
.
Pero aún apaleada, la mentira sigue juntando adeptos de la filosofía, la psicología y también de las ciencias duras
.
Con técnicas de resonancia magnética funcional se demostró mayor actividad cerebral en los momentos en que se miente
.
Se activan las regiones prefrontales, las más desarrolladas en los humanos
.
Mentir, entonces, supondría un mayor esfuerzo creativo
.
Sean Spence, investigador de la Universidad de Sheffield, publicó un trabajo que describe los correlatos neurológicos del mentir, donde probó la mayor activación de las áreas prefrontales
.
Otro estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania lo ratifica: demostró que el cerebro siempre está listo para decir la verdad y que para mentir precisa organizarse:
"Nuestra materia gris tiene que hacer un trabajo extra cuando va a engañar: se activan zonas del córtex frontal (que desempeñan un papel en la atención y concentración), además de otra área del cerebro responsable de vigilar los errores", concluyó el estudio
.
¿Qué pasa en esa región del cerebro?
Contesta la doctora Cristina Besada, jefa de Neuroradiología del Hospital Italiano:
"El lóbulo frontal es el más desarrollado en el humano frente a los otros seres vivos, el que más crecimiento tuvo y el más grande, donde están muchas de las funciones superiores
.
Si le pido a alguien que diga palabras que empiezan con tal letra, aunque no la digan, el pensamiento activa esa zona"
.
Desde el punto de vista de la neurología, entonces, "la falta de habilidad para decir una mentira es anormal", dice a Clarín Facundo Manes, director del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro
.
¿Qué más?
"Conocer la verdad para poder eludirla y construir el embuste es todo un esfuerzo
.
Para mentir se precisa inteligencia", dijo Andrea Tagliacarne, profesor de filosofía y autor de "Filosofía de la mentira"
.
Ignacio Mendiola en su libro "Elogio de la mentira" imagina una pesadilla: un mundo sin mentiras, transparente. "Invivible", lo define
.
"No cabe imaginar una sociedad en la que la mentira estuviera negada"
.
Oscar Wilde ya había sentenciado:
"Quien dijo la primera mentira fundó la sociedad civil"
.
El psicólogo Daniel Rubinsztejn plantea como constitutivo del "Yo" el hecho de mentir: cuando el niño descubre que los padres no conocen su pensamiento, opera en él una revolución
.
A Rubinsztejn le gusta citar a Nietzsche, cuando propone que la verdad es como "una chispa que surge del cruce entre dos espadas"
.
Pero, ¿por qué no decimos la verdad?
.
Según los expertos, se miente para eludir responsabilidades, para obtener cierto placer (ya que el mentiroso se siente más listo que los demás); por inseguridad y desconfianza en nuestra capacidad de ser aceptados como somos; para evitar un castigo; para acercarnos a nuestro interlocutor; cuando vemos nuestra autoestima amenazada
.
Incluso, afirman los expertos, hay veces en que decir la verdad no sólo no está mal visto, sino que es aconsejable: son las mentiras blancas, las que ocultan -por ejemplo- una enfermedad a un ser querido
.
Si a veces la mentira es sana, inevitable, social, ¿hay que condenarla? Rubén González Fernández lo contesta en el ensayo "La mentira, un arte con historia":
"La estrategia vital realmente inteligente es entender, asumir y sufrir/gozar (vivir) la verdad de la ficción
.
Sin renunciar a nuestra identidad de pícaros que es la que nos caracteriza y a la que estamos un poco obligados".
.
fuente Clarin

No hay comentarios: