domingo, 14 de septiembre de 2008

Prueban que "el poder de las caricias" existe: aliviaría la sensación de dolor

ESTIMULAR. SIRVE ANTES DE NACER
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INVESTIGACION DE LA UNIVERSIDAD DE LIVERPOOL, INGLATERRA
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Es por la presencia en la piel de fibras nerviosas que pueden disminuir el registro del dolor.
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Las caricias pueden ayudar de muchas maneras: a aliviar dolores, al desenvolvimiento de los niños y en tratamientos para la depresión.
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Ya lo decía el sentido común, pero ahora una investigación presentada esta semana en el Festival de Ciencias de la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia, en Liverpool, demostró que "el poder de las caricias" existe.
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De acuerdo con el neurocientífico británico Francis McGlone, de la Universidad de Liverpool, un sistema de fibras nerviosas de la piel responden a las caricias --del mismo modo que los receptores del dolor-- y cuando es estimulada puede, inclusive, disminuir la actividad de los nervios que transportan la sensación de dolor.
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El científico y sus colegas de las universidades de Uppsala y Gotemburgo, de Suecia, explicaron que hay tres tipos principales de fibras nerviosas en la cara exterior de la piel.
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Y que están divididas de acuerdo a las velocidades que conducen las actividades bioeléctricas del cerebro.
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Los científicos descubrieron que también hay fibras que responden a estímulos de placer, y que cuando son estimuladas, la actividad de las fibras conductoras del dolor disminuyen.
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De acuerdo con la investigación, al igual que como con el dolor, algunas partes del cuerpo son más sensibles a las caricias que otras, y la sensación de placer proporcionada es diferente a la obtenida cuando las caricias se hacen en zonas erógenas.
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Esas fibras llevarían la señal de placer hacia la región del cerebro responsable de las "recompensas", y explicaría, además, por qué a las personas les gusta untarse con cremas, masajearse el cabello y, también, por qué una palmada en el hombro puede ser más eficaz que las palabras para aliviar el dolor.
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Para aislar los nervios responsables del placer, los científicos contruyeron una máquina de caricias bastante sofisticada para que la usaran voluntarios.
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"Acariciaba la piel del antebrazo y del rostro con un pincel, y lo hacía en distintas velocidades. Luego le preguntamos a los voluntarios que dijeran cuánto les gustaba cada movimiento de la máquina", explicó McGlone.
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Además, insertaron microelectrodos en los nervios de la piel para registrar los signos nerviosos enviados desde la piel al cerebro.
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Los científicos concluyeron que las caricias reportadas como las más placenteras eran también las que provocaban mayor respuesta nerviosa.
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Esas fibras no están presentes en las de la palma de la mano y tampoco en los pies.
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Los investigadores han dicho que van a estudiar una serie de condiciones clínicas --como la depresión o el autismo-- ligadas al tacto: se sabe que a la mayoría de los nenes autistas les gusta ser abrazados o acariciados, mientras que los pacientes con depresión demuestran signos claros de falta de cuidado con el cuerpo.
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De hecho, la depresión puede tener origen en la carencia del cuidado maternal durante la infancia y por eso el cariño podría ser usado para tratar dolencias crónicas.
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Pero hay quien pone reparos: "Cuando duele algo, una caricia reconforta, pero si el dolor es neuropático, la caricia lo agrava", dice Roberto Rey, del Servicio de neurología del hospital Ramos Mejía.
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fuente Clarin

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