domingo, 9 de septiembre de 2012

Una era dorada de los descubrimientos en neurociencia


llegada del escáner gigante a Oxford
"Así que de esto se trata. 
Este es nuestro nuevo juguete. 
Nada mal para algo que costó US$12 millones".
Me encuentro en el cuarto de control del Departamento Nullfield de Excelencia Clínica en la Obtención de Imágenes Cerebrales del Hospital John Radcliffe, en Oxford, Reino Unido
Mirando a través de una placa de vidrio y gesticulando de manera entusiasta se encuentra su directora, Irene Tracey. Al otro lado del vidrio está una de las máquinas de obtención de imágenes más poderosas del mundo.
Pesa 40 toneladas, sólo hay dos en Reino Unido y su componente central es un enorme imán cilíndrico, tan grande que tuvieron que quitar el techo del recinto para introducirlo.
"Es mucho más poderoso que cualquier cosa que hemos tenido, y los detalles que se pueden ver y la resolución de las imágenes son simplemente fantásticos. Nos ha llevado al siguiente nivel en términos de obtención de imágenes cerebrales", dice Tracey.
En este momento me doy cuenta de por qué Irene Tracey quería que yo viera este escáner con mis propios ojos.
El imán fue ubicado en julio, y desde entonces los empleados han estado trabajando para conectar todo y dejar la máquina lista para que los primeros estudios con pacientes comiencen en el otoño inglés.
Todo lo que falta es que se revisen los cerebros de algunos ratones de laboratorio para ayudar a calibrar la máquina.
"No se preocupe, que todo va a estar bien", dice una sonriente Irene Tracey. 
"A usted le gustan las montañas rusas, ¿cierto? 
Me han dicho que esto se siente como si su cerebro hace un giro dentro de su cabeza. 
Tiene que ver con el hierro en la sangre y probablemente el poderoso campo magnético. De cualquier manera, las náuseas pasarán pronto".

"Fase extraordinaria"

Pero no se trata solo de imágenes bonitas. 
Otros avances en nuestro entendimiento de la genética y de la química básica del cerebro han generado la posibilidad de lograr avances genuinos en una serie de desórdenes neurológicos anteriormente incorregibles. 
Además prometen una mejor comprensión de condiciones psicológicas como esquizofrenia y autismo.
"Sin duda, la investigación del cerebro está pasando por una fase extraordinaria de desarrollo", dice Colin Blakemore, profesor de neurociencia en la Universidad de Oxford. 
"Una era dorada de descubrimientos alimentados por una combinación del conocimiento nuevo que llega de la genética y de las dramáticas mejoras en tecnología de obtención de imágenes".
De hecho, actualmente pasar por un escáner cerebral es un procedimiento casi rutinario. 
Es fácil olvidar que como la resonancia magnética funcional les permite a los investigadores ver lo que está pasando en el cerebro, esto ha transformado nuestra comprensión sobre la base bioquímica de la actividad neuronal.
Belinda Lewis utiliza la resonancia magnética funcional para estudiar desórdenes bipolares en el Centro Wolfson de Imágenes Cerebrales en la Universidad de Cambridge.
Mientras sus pacientes permanecen recostados dentro del escáner, se les muestra una serie de imágenes que representan una variedad de emociones humanas.
El estudio revela que los cerebros de quienes tienen desórdenes cerebrales son estimulados de manera excesiva por estas imágenes y que son menos capaces de procesar o interpretar la información de manera precisa.
Esto puede mostrar que el desorden bipolar es un desorden mental de naturaleza biológica.

"Freud es puro cuento"

cerebro
Se trata de un determinismo biológico que Leonard Mlodinow llevó a sus extremos en el libro "Subliminal: How Your Unconscious Mind Rules Your Behaviour" (Subliminal: cómo su mente subconsciente determina su comportamiento). 
Sugiere que la invención de la resonancia magnética funcional finalmente elevó a la psicología al estatus de ciencia propiamente empírica.
"De repente los científicos podían ver cómo funciona el cerebro. 
Esto causó una revolución en nuestra comprensión de la mente subconsciente".
Según Mlodinow, lo que revela esta nueva comprensión de la mente subconsciente, basada en evidencias, es que no hay un significado escondido de valor emocional vinculado al procesamiento subliminal que se lleva a cabo en el cerebro.
"Uno no piensa conscientemente cada vez que uno respira o cuando las ondas de sonido alcanzan el tímpano. 
El cerebro simplemente procesa esa información. 
En últimas somos simplemente máquinas bioquímicas -aunque complejas y maravillosas. 
Freud es puro cuento", explica.
"Lo que descubrimos es que la mente subconsciente no trabaja de la manera en que pensaron Freud, Jung y otros en el siglo XX. 
Ellos no tenían acceso a estas nuevas tecnologías y de hecho no eran realmente científicos porque extrapolaban y formaban ideas y teorías con base en los diálogos con sus pacientes. 
Pero lo subconsciente no está escondido por razones emocionales o de motivación, y no se puede revelar a través de la introspección o la terapia".

Interpretación limitada

Es entendible, tal vez, que los psicoanalistas rechacen lo que muchos consideran una interpretación limitada y determinista del desarrollo en neurociencia.
Rachel Blass, profesora de psicología de la University College London, argumenta que está bastante mal rechazar los sentimientos o las emociones de las personas simplemente porque no aparecen bien en una resonancia magnética.
"Es una posición extremadamente materialista. 
Una que asegura que la enfermedad mental se basa en identificar un desequilibrio químico en el cerebro y desarrollar una droga de solución rápida para corregirlo. 
Eso no ayuda al paciente a tratar los temas o problemas que pueda estar enfrentando y aceptarlos en su vida".
Más allá de si los aspectos psicológicos del comportamiento humano pueden describirse adecuadamente en términos de actividad bioquímica en el cerebro, parece claro que la neurociencia va a jugar un rol cada vez más importante en nuestras vidas. 
Esa fue ciertamente la conclusión del proyecto Brain Waves (ondas cerebrales) de la Royal Society.
"Todo lo que hacemos debe ser el resultado de todas las influencias sobre el estado de nuestro cerebro en el momento en que lo hacemos", dijo.
"Puede incluir el pasado familiar, la genética, nuestras circunstancias sociales, cuánto dinero podemos ganar, los recuerdos de eventos particulares."
¿Y el escáner cerebral? 
A final de cuentas, la parte más difícil resultó ser tratar de quedarme quieto y no rascarme la nariz. 
Y aunque me sentí cómodo en el centro de una de las máquinas de obtención de imágenes más poderosas del país, la única sensación que sentí fue un calentamiento extraño en la parte alta de mi cabeza.
Nada mal para una experiencia que me permite alardear -como Hooke o Faraday- de haber puesto mi cuerpo en favor de la ciencia.
Tom Feilden
Corresponsal de ciencia, BBC



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