Por Miguel Angel Gutiérrez
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Una alianza original y novísima entre el cerebro humano y las computadoras está dando lugar a investigaciones de todo tipo que están cambiando de raíz incluso a nuestra concepción tradicional de la naturaleza humana.
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La educación del futuro estará absolutamente relacionada con esta alianza de visos estratégicos.
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Investigaciones recientes sobre el cerebro humano y en relación con las tecnologías de producción de conocimientos, nos conducen inexorablemente a nuevas cuestiones éticas sobre la naturaleza humana.
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Estudios tales como la identificación de los circuitos neuronales que permiten discriminar entre realidad y ficción; en California el Caltech desarrolla el mapeo cerebral más global de las habilidades cognitivas del hombre; otra investigación de este instituto estableció que el cerebro se adelanta un instante a lo que percibimos para reaccionar en consecuencia:
otros estudios muestran que el cerebro funciona con un suerte de “memoria de trabajo”, o memoria RAM como la de las computadoras, lo que nos permite disponer de información útil mucho más rápidamente que la almacenada en la memoria principal; en relación con la memoria a corto plazo se ha establecido que en la percepción de estímulos y el almacenamiento de recuerdos intervienen las mismas áreas cerebrales; por otra parte se ha determinado que la flexibilidad de las comunicaciones entre neuronas (sinapsis) es la que permite que nuestro cerebro recuerde la información importante y olvide la insignificante.
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Otro estudio señala que compartimos con las ratas la capacidad de estimar la certidumbre, lo que podría ser un componente fundamental en la toma de decisiones de cualquier especie animal; asimismo se han identificado tres tipos de neuronas diferentes que nos ayudan a situarnos, orientarnos y nos señalan las distancias que hemos recorrido; el estudio del cerebro de primates ayuda a explicar las características del desarrollo del cerebro humano, que habría ido aumentando de tamaño y capacidad sometido a las presiones sociales de su medio.
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Pero si el avance día a día del conocimiento del cerebro asombra, más revolucionario es comprobar que estamos a las puertas de la comunicación entre éste y las computadoras:
investigadores estadounidenses trabajan en una interfaz cerebro-computadora que permite comunicarse en forma directa con un sitio Web sin accionar ninguna tecla ni realizar algún tipo de actividad física.
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Esta interfaz consiste en un teclado en la propia pantalla del computador, que responde ante las diferentes elecciones cerebrales, las que son traducidas en letras y palabras pudiendo publicarse en aplicaciones Web.
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Estas interfaces cerebro-máquina (BMIs) y nuevas aplicaciones de biotecnología como neuroprotesis nos acercan aceleradamente a las posibilidades identificadas por el Millennium Project para la educación y el aprendizaje en el 2030 como:
modificar y manipular el funcionamiento cerebral para el mejoramiento cognitivo; una inteligencia mejorada genéticamente; el mapeo completo de la sinapsis humana para descubrir cómo ocurre el aprendizaje y por consiguiente desarrollar estrategias para la mejora del mismo: medios para mantener sano los cerebros adultos por más años; químicos para la mejora cerebral.
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Este rápido crecimiento de neurotecnologías plantea muchas preocupaciones éticas y sociales, y un gran desafío para nuestra capacidad de comprensión de lo que significa ser humano, o en otras palabras, nuestra idea de “naturaleza humana”.
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Una reciente conferencia internacional de científicos, tecnólogos y filósofos en Berlín, debatió sobre los desafíos que supone la evolución previsible del cerebro a partir de las aplicaciones tecnológicas que pueden mejorar nuestras capacidades cognitivas.
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Más allá de los acuerdos o desacuerdos sobre los futuros desarrollo y de que otros expertos afirman que el cerebro humano evolucionará con o sin tecnología, y que el control de sus capacidades futuras no está bajo nuestro control.
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Es claro que para muchos otros la probabilidad de mejorar nuestra capacidad cognitiva no sólo es posible sino que es inevitable.
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Ello nos obliga a reflexionar tanto sobre el extraordinario potencial que se abre a la humanidad, como también con respecto a los peligros que entraña:
la posibilidad de que un segmento de la población mundial pueda acceder a estas mejoras cerebrales artificiales y otros no, podría dar lugar, no ya a una nueva brecha entre ricos y pobres, o entre desarrollados y subdesarrollados, sino verdaderamente a dos especies humanas distintas; o a que el cerebro se constituya en el campo de batalla del futuro como señala un reciente informe de la Defense Intelligence Agency de los Estados Unidos.
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La reflexión sobre la condición humana es una exigencia de todos los tiempos, pero paradojalmente es más urgente en relación con el futuro, y es una tarea que por su trascendencia no debería quedar reservada a los escasos expertos y especialistas en ética, sino que debiera constituir el eje de un debate abierto a toda la comunidad y esencialmente a nuestra dirigencia política y social.
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Por Miguel Angel Gutiérrez -
Director del Centro Latinomericano de Globalización y Prospectiva
losandes.com.ar
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