martes, 22 de diciembre de 2009

Estudio explica el mecanismo cerebral que determina la solidaridad

Al analizar con resonancias magnéticas a individuos orientados a la ayuda social y otros con un perfil más individualista, comprobaron que los primeros muestran mayor actividad en la zona cerebral de la amígdala, revelando que la generosidad, más allá de la influencia de la familia o el entorno, tiene un alto componente biológico.
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La Navidad no es igual para todos.
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Mientras algunos se desviven por comprar los mejores regalos, esperando recibir de vuelta igual calidad, otros se preocupan de organizar cenas para quienes no tienen recursos o de reunir regalos para niños sin hogar.
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¿Qué explica tan diferentes comportamientos?
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La respuesta no está en su buen o mal "corazón", como podría pensarse.
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Y los rasgos propios de la personalidad, adquiridos en la familia, tampoco serían la única explicación, pues existen mecanismos cerebrales que regularían ese comportamiento.
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Es lo que establece una investigación realizada por Masahiko Haruno, de la Universidad de Tamagawa, Japón, y Christopher D. Frith, del University College de Londres, quienes escanearon el cerebro de 25 personas prosociales y de 14 individualistas mientras participaban en una prueba en la que se les entregaba una cantidad de dinero que debían repartir entre ellos y una persona hipotética.
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El grupo prosocial se mostró más proclive a dividir el dinero, mientras que el grupo individualista se mostró en contra de las distribuciones y se quedaron con la mayoría de él.
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En ese simple, pero revelador ejercicio, los investigadores apreciaron que cuando se dieron a conocer los resultados de la distribución injusta de dinero, aquellos con una personalidad más solidaria presentaron mayor actividad en la amígdala cerebral, lo que no se detectó en los individualistas.
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"Y cuanto más les disgustaba la división, se apreciaba mayor movimiento en esta región", indica Frith.
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Los investigadores se dieron cuenta, además, de que los sujetos no mostraron diferencias en la actividad de su corteza prefrontal, hasta ahora vinculada a estas diferencias de persona
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EL PESO DE LA BIOLOGIA
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Archibaldo Donoso, neurólogo del Hospital Clínico de la U. de Chile, explica que la amígdala forma parte del sistema que controla las emociones, tales como el miedo y agresividad, según han constatado otros estudios.
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Las diferencias entre las personas egocéntricas y las buenas personas, dice Donoso, muestran cómo el funcionamiento cerebral influye en nuestro comportamiento.
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"Estos estudios permiten conocer que las emociones tienen un gran componente biológico.
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Antes se pensaba que eran dos áreas distintas, pero hoy se sabe que están relacionadas, por lo mismo, los siquiatras utilizan fármacos que influyen en el metabolismo de las neuronas, lo que modifica la conducta de las personas, pues químicamente es posible cambiar el modo de reaccionar de un sujeto", aclara.
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Los resultados del estudio concuerdan con el realizado anteriormente por Carolyn Declerck, neuróloga de la U. de Amberes, Bélgica, que muestran que la solidaridad estaría motivada por una reacción automática de la moral.
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"Hasta ahora, todos nuestros experimentos de comportamiento con resonancia magnética confirman que las personas sociales están intrínsecamente motivados a cooperar", es decir, actúan desde sus cerebros.
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Paulina Sepulveda
latercera.com

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