sábado, 12 de marzo de 2011

Cómo el humano desarrolló cerebro más grande y pene sin espinas


Fragmentos perdidos de ADN responsables de activar y desactiva los genes explicarían algunas de las diferencias clave entre los chimpancés y los seres humanos, incluido por qué las personas tienen un cerebro más grande y el pene humano no está cubierto con espinas.

Un estudio, publicado en la revista Nature, refuerza la idea de que los genes que controlan la actividad de otros genes tienen un papel clave en la evolución del ser humano respecto de otros mamíferos.

El equipo de David Kingsley, del Instituto de Medicina del Instituto Médico Howard Hughes y de la Escuela de Medicina de la Stanford University en California, Estados Unidos, comparó el código genético humano con el de los chimpancés y otros mamíferos.

Los expertos hallaron 510 segmentos genéticos en chimpancés y otros mamíferos que están ausentes en el ser humano. Casi todos son genes reguladores.

Luego, el equipo realizó un análisis computarizado para identificar los fragmentos borrados de ADN que estaban concentrados alrededor de ciertos genes.

"Observamos más cambios que lo que podríamos esperar cerca de los genes responsables de la señalización de las hormonas esteroides", declaró Kingsley.

También existen varios fragmentos desaparecidos cerca de los genes responsables del desarrollo cerebral.

El equipo halló también una docena de genes que se creía que participaban en la evolución de ciertas características humanas.

Uno de los fragmentos de ADN borrados del genoma humano era el encargado de producir vibrisas sensoriales, como las que tienen los ratones, y espinas, como la que poseen muchos mamíferos en el pene.

"A la gente siempre le sorprende oír hablar de que muchos organismos tienen el pene cubierto de espinas", dijo Kingsley por vía telefónica.

Explicó que las espinas penianas, o barbas, son características de las especies que se aparean rápido, como los chimpancés, que deben competir para fertilizar a una o dos hembras receptivas.

Esas espinas de queratina crecen sobre las vibrisas sensoriales o receptores, y algunos experimentos sugieren que cuando se las extrae, la cópula duraría más tiempo.

En los seres humanos, la pérdida de esas espinas habría prolongado el coito y ayudado a que las relaciones monogámicas se volvieran la opción más atractiva, según concluye el equipo.

Pero lo más interesante, para Kingsley, es que otro fragmento de ADN perdido está cerca de un gen que controla el crecimiento de las células cerebrales. La falta de ese ADN habría permitido el desarrollo de un cerebro más grande en los seres humanos.

Ambas características estarían relacionadas con la satisfacción de necesidades reproductivas de los seres humanos: tener bebés con cerebros más grandes y que los padres convivan en pareja por lo menos lo suficiente como para cuidar a su bebé de cabeza grande.

"La monogamia es buena si se quiere criar a bebés relativamente indefensos", dijo Kingsley.

Pero más que explicar diferencias físicas en la evolución humana, el equipo aspira a descubrir diferencias fisiológicas importantes, como por qué los seres humanos son susceptibles a enfermedades como la artritis, el cáncer, la malaria, el VIH, el Alzheimer y el Parkinson.

FUENTE: Nature, 2011

Por Julie Steenhuysen

publico.es

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