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Expertos lo atribuyen a un aumento de la "hormona del amor"
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LONDRES.-
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Según parece, un animal doméstico es capaz de proporcionarnos una experiencia emocional similar a la del contacto con los niños.
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Dos nuevos estudios demuestran que luego de jugar con sus mascotas los dueños sufren en su interior un "estallido" de una hormona asociada con el instinto maternal, el enamoramiento y el placer.
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Se trata de la oxitocina, conocida también como la "droga del amor", que disminuye el estrés, combate la depresión e influye en la construcción de la confianza entre las personas.
Se trata de la oxitocina, conocida también como la "droga del amor", que disminuye el estrés, combate la depresión e influye en la construcción de la confianza entre las personas.
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Varios estudios sobre ratas y ratones probaron también la influencia de la oxitocina en la formación de los vínculos interpersonales y en la construcción de la memoria social.
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Entonces, los biólogos Miho Nagasawa y Takefumi Kikusui, de la Universidad de Azuba, en Japón, se preguntaron si el contacto social entre miembros de dos especies distintas también elevaría los niveles de oxitocina.
Entonces, los biólogos Miho Nagasawa y Takefumi Kikusui, de la Universidad de Azuba, en Japón, se preguntaron si el contacto social entre miembros de dos especies distintas también elevaría los niveles de oxitocina.
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"A los dos nos gustan mucho los perros y ambos sentimos que algo cambia en nuestros cuerpos cuando nos miran", dijo Kikusui.
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Los biólogos convocaron a 55 personas con sus mascotas para participar en una sesión de juegos en el laboratorio.
Los biólogos convocaron a 55 personas con sus mascotas para participar en una sesión de juegos en el laboratorio.
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Antes y después del ensayo, que consistió en dejarlos jugar libremente con sus perros, les midieron los niveles de oxitocina mediante un análisis de orina.
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Luego, los investigadores le pidieron a otro grupo de participantes que se sentara en una habitación y tratara de evitar en todo momento el contacto visual con sus animales.
Luego, los investigadores le pidieron a otro grupo de participantes que se sentara en una habitación y tratara de evitar en todo momento el contacto visual con sus animales.
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Los biólogos grabaron las sesiones de ambos estudios, midieron cuánto tiempo los perros habían mantenido la mirada en sus dueños y, según los resultados, dividieron al grupo que había podido jugar con sus mascotas en dos subgrupos: mirada de larga duración (aproximadamente 2,5 minutos) y mirada de corta duración (menos de 45 segundos).
Los biólogos grabaron las sesiones de ambos estudios, midieron cuánto tiempo los perros habían mantenido la mirada en sus dueños y, según los resultados, dividieron al grupo que había podido jugar con sus mascotas en dos subgrupos: mirada de larga duración (aproximadamente 2,5 minutos) y mirada de corta duración (menos de 45 segundos).
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Nagasawa y Kikusui descubrieron que el nivel de oxitocina en los participantes que habían pasado mayor tiempo haciendo contacto visual con sus mascotas era 20% más alto.
Nagasawa y Kikusui descubrieron que el nivel de oxitocina en los participantes que habían pasado mayor tiempo haciendo contacto visual con sus mascotas era 20% más alto.
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En cambio, los niveles de la hormona en quienes no habían podido mirar a sus mascotas fueron levemente más bajos que al inicio del estudio.
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El poder del humor
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Para Kikusui, el contacto visual es positivo para el vínculo entre el dueño y su mascota.
Para Kikusui, el contacto visual es positivo para el vínculo entre el dueño y su mascota.
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Los participantes que habían tenido contacto visual por más tiempo con sus perros consideraron que esa relación les producía más satisfacción que al otro grupo.
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Aun así, cuando en un segundo ensayo se le pidió a ese mismo grupo que no mirara a sus animales durante una sesión, los participantes experimentaron un leve aumento de los niveles de oxitocina.
Aun así, cuando en un segundo ensayo se le pidió a ese mismo grupo que no mirara a sus animales durante una sesión, los participantes experimentaron un leve aumento de los niveles de oxitocina.
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Un aumento excesivo de esos niveles de la "droga del amor" podría explicar, según Kikusui, por qué jugar con perros puede mejorar el humor y reducir los síntomas de ansiedad y de depresión.
Un aumento excesivo de esos niveles de la "droga del amor" podría explicar, según Kikusui, por qué jugar con perros puede mejorar el humor y reducir los síntomas de ansiedad y de depresión.
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Los resultados de estos ensayos aparecen publicados en la revista Hormones and Behavior .
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Los biólogos japoneses sugieren también que la oxitocina podría haber tenido un papel importante en la domesticación de los lobos hace unos 15.000 años.
Los biólogos japoneses sugieren también que la oxitocina podría haber tenido un papel importante en la domesticación de los lobos hace unos 15.000 años.
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"Quizás -argumentó Kukusui-, durante el proceso evolutivo, los seres humanos y los perros compartieron los mismos comportamientos sociales", como el contacto visual y los gestos con las manos.
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"Ese sería el motivo por el cual los perros se han podido adaptar a nuestra sociedad."
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Sin embargo, el psicólogo Clive Wynne, de la Universidad de Florida, en Gainseville, se mostró escéptico respecto de que la liberación de oxitocina haya tenido un papel clave en la domesticación de los perros.
Sin embargo, el psicólogo Clive Wynne, de la Universidad de Florida, en Gainseville, se mostró escéptico respecto de que la liberación de oxitocina haya tenido un papel clave en la domesticación de los perros.
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"La evidencia genética demuestra que los lobos fueron convirtiéndose en perros cientos de años antes de que alguien pudiera sugerir que los seres humanos participaron en ese proceso", dijo.
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De todos modos, el especialista estadounidense consultado opinó que la oxitocina sí podría explicar por qué algunos dueños parecen tener más devoción por sus perros que por sus familias.
De todos modos, el especialista estadounidense consultado opinó que la oxitocina sí podría explicar por qué algunos dueños parecen tener más devoción por sus perros que por sus familias.
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"Piensen, si no, en los 8000 millones de dólares que la dueña de la cadena de hoteles Helmsley, en Nueva York, destinó a instituciones protectoras de perros en lugar de a sus nietos", concluyó Wynne.
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Ewen Callaway
New Scientist
La Nacion
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