lunes, 12 de abril de 2010

La comida estimula el cerebro como las drogas

Si alguna vez ha pensado que el chocolate es como una droga, no andaba muy equivocado. Investigadores estadounidenses acaban de revelar que el simple olor o el sabor de comidas apetitosas (como la pizza, los helados o el pastel de chocolate) activan los circuitos cerebrales asociados a la adicción a las drogas

Esta activación "proporciona evidencias de la elevada sensibilidad del cerebro humano a la presencia de los estímulos alimenticios. Junto con la ubicuidad de esas comidas apetitosas en el entorno, esto puede estar contribuyendo a la epidemia de obesidad", advierten Gene-Jack Wang y su equipo, firmantes de la investigación, que publica el último número de 'Neuroimage'.

Estos expertos, procedentes de Bookhaven National Laboratory (EEUU), opinan que urge comprender los procesos que han contribuido a esta plaga, prestando atención no sólo al consumo de calorías. "De particular interés es el entorno, que ha hecho la comida no sólo más accesible, sino también más variada y sabrosa", dicen.

Por eso, se decidieron a examinar la actividad cerebral de una docena de individuos en ayunas a los que se les presentaban sus comidas favoritas, como hamburguesa con queso, pizza, lasaña, pastel de chocolate, bollo de canela, helado... Los voluntarios (que presentaban un peso normal y carecían de trastornos alimenticios) se sometieron en dos ocasiones a un escáner

(tomografía por emisión de positrones o PET):

primero, mientras olían y saboreaban, mediante un algodón, dichas viandas y, a continuación, viendo objetos no relacionados con la alimentación (como fotos de paisajes) y 'degustando' agua.

Como el drogadicto

Durante la prueba de los manjares, aumentó el metabolismo en todo el cerebro y, sobre todo, en las regiones de la corteza derecha: la ínsula anterior, la corteza superior temporal y la corteza orbitofrontal.

Precisamente, los participantes que decían tener más hambre y ganas de comida eran los que presentaban una mayor actividad en esta última área. La corteza orbitofrontal forma parte del sistema límbico (la estructura cerebral de las emociones) y está asociada a los comportamientos compulsivos propios de los estados adictivos de los drogadictos.

"La misma zona cerebral que está vinculada con el deseo de un estímulo natural (comida) está también vinculada con la búsqueda de drogas en los individuos adictos. De este modo, una actividad alterada en la corteza robitofrontal también puede explicar la falta de control en las conductas alimenticias de los obesos mórbidos", comentan Wang y su equipo.

"Estos resultados podrían explicar el dañino efecto de la exposición a los estímulos alimenticios (como anuncios, máquinas de golosinas, tiendas...) en el abuso de la comida", agregan.

elmundo.es

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