Niños de la localidad haitiana de Croix des Bouquets recobraron la risa, el canto y los bailes luego del terremoto, esta vez bajo un proyecto de expertos cubanos que procuran mitigar los efectos psicológicos del sismo.
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Guerlanda, Christopher y Olser, al igual que otros pequeños regresaron escurridizos y sin sonrisas en los labios a lo que fuera su parque infantil más cercano, ahora convertido en un hospital de campaña habilitado por Cuba en ese poblado, a unos 20 kilómetros al noreste de esta capital.
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Fueron llevados en la tarde de este jueves por sus padres, a quienes líderes de la comunidad convocaron en coordinación con los especialistas cubanos, empeñados en proteger a los infantes, el sector poblacional más vulnerable en casos de catástrofes, como el sismo del 12 de enero y las sucesivas réplicas que arrasaron Haití.
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Por sus mentes jamás podría pasar lo que se avecinaba, luego del calvario de los días recientes, cuando las imágenes de casas y escuelas destruidas, familiares desaparecidos o mutilados y la falta de alimentos y agua, entre otras carencias, constituían el recuerdo más cercano.
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El primero en hablarles a padres e hijos, fue el doctor cubano Cristóbal Martínez, quien asistido por una víctima del sismo como traductora de creole explicó la esencia del Programa de mitigación del daño psicosocial de la población infanto juvenil damnificada por el terremoto.
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Tras la breve introducción, dirigida fundamentalmente a los padres y autoridades, dio luz verde a la fiesta infantil.
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Lecturas de cuentos, entonación de canciones infantiles haitianas y sesiones de dibujos en las que los niños fueron los pintores permitieron a los pequeños echar a un lado, el menos por un tiempo, la pesadilla.
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Profesores de la Escuela Nacional de Arte de Haití colmaron de vida el espectáculo, con un hábil empleo de ritmos tradicionales, fundidos con textos promotores de optimismo, en los que hacían corear al auditorio que el país saldrá de la tragedia y vencerá a la miseria.
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En los rostros de las decenas de pequeños, entre ellos Guerlanda, Christopher y Olser, las sonrisas y los deseos de bailar afloraron sin límites, incluso la insistencia en que la cámara de Prensa Latina dejara evidencia gráfica de los dibujos que hicieron.
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De acuerdo con el doctor Martínez, la estrategia es mitigar los efectos negativos que ha tenido el terremoto en la salud mental de los pequeños.
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"El juego para el niño es una necesidad psicológica primaria, si satisfacemos la necesidad del juego, ya le estamos dando algo", comentó el experto.
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Martínez considera que aunque haya un desastre muy grande, si el niño va a la escuela, come, juega y puede divertirse, ya en su conciencia pasó el desastre.
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"Ya no existe, porque ya él tiene lo que necesita, cuando estos niños estén en la escuela y puedan jugar y practicar un deporte, que en definitiva es un juego", la batalla está prácticamente ganada, comentó.
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A nivel internacional se ha reconocido que los factores de riesgo de daño psicosocial en este sector de la población en casos de desastre son de tipo familiar, escolar, individual y comunitario.
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El programa cubano pretende actuar en una de las aristas del individual, con el fomento del juego, la recreación y el deporte.
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Los expertos cubanos prevén extender el plan a otras áreas del país afectadas por el sismo, entre ellas Leoganne, al suoreste de Puerto Príncipe, donde ya fue seleccionado un grupo 15 de activistas haitianos en la Comunidad Simón Bolívar, encargados de mejorar la salud mental de sus conciudadanos de menor edad.
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Enrique Torres
prensa-latina.cu
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